Organizaciones Internacionales
Calabrán, C.; Guerrero, D.; Sandoval, J.; Silva, S.
La internacionalización de la delincuencia no es un fenómeno reciente. Sin embargo, la globalización dió paso a un nuevo tipo de criminalidad. Un problema que por tradición había sido interno-local, se transformó en una amenaza que podía poner en peligro la seguridad de las sociedades más allá de las fronteras (Sansó-Rubert, 2005). Desde el punto de vista de las Relaciones Internacionales, estas transformaciones han reconfigurado el papel de los Estados, la permeabilidad de los territorios a través de las fronteras, así como una difuminación entre los ámbitos de política Interior y exterior; estas transformaciones han posibilitado y aumentado el radio de acción de grupos no estatales y delictuales en los asuntos internacionales (Sansó-Rubert, 2005). Por ejemplo, la Mafia italiana, las tríadas chinas, las cuadrillas vietnamitas, los carteles colombianos y mexicanos; la Yakuza japonesa y la Mafia Rusa. Todos estos son ejemplos de Organizaciones Criminales Transnacionales (Riquelme et al., 2019).
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Titular del diario La Tercera el 11 de junio de 2022 |
Por su parte, Latinoamérica cuenta con un considerable número de casos de organizaciones criminales que han traspasando los límites fronterizos de sus naciones. Por ello, creemos que es absolutamente necesario comprender a las Organizaciones Criminales Transnacionales, debido a las implicancias recientes en el norte del país y sus efectos en el Estado, con tal de brindarte una perspectiva sobre este interesante, pero poco explorado tema.
Organizaciones Criminales Transnacionales
Las transformaciones que ha implicado la globalización han tenido impacto en un amplio número de dimensiones de la convivencia al interior de los Estados nacionales. La difuminación de los ámbitos de política interior y exterior ha posibilitado un aumento del radio de acción de grupos no estatales y delictuales en los asuntos internacionales (Sansó-Rubert, 2005), cuestión que tiene a las Organizaciones Criminales Transnacionales (COT) como una de sus expresiones más evidentes. Si bien su presencia es mundial, con ejemplos de COT en los distintos continentes (Riquelme et al., 2019; Sansó-Rubert, 2005), la importancia que aún le cabe a la agenda de seguridad en América Latina –tras la erradicación de los asuntos relacionados a la guerra–, ha puesto la evolución de este fenómeno como un tema prioritario para la acción de sus gobiernos (Riquelme et al. 2019).
Pese a no existir una definición unívoca sobre las Organizaciones Criminales Transnacionales, comprenderlas como aquellas que cometen ofensas en un Estado o más de un Estado, pero que siempre operan en más de uno de ellos (Riquelme et al. 2019), permite una primera aproximación conceptual al fenómeno. Para mayor profundidad, cabe ocuparse de su desarrollo, el cual ocurre en tres etapas: predatorio, parasitario y simbiótico (Stier y Peter, 2013, en Riquelme et al. 2019). En la fase predatoria el control territorial es fundamental, específicamente en áreas como el manejo de bienes ilícitos o el afianzamiento de las rutas de transporte, mientras que el momento parasitario, se caracteriza por la influencia sobre sectores políticos y privados, legitimando y democratizando el actuar de las COT (Riquelme et al. 2019). Por último, en la etapa simbiótica se establece la dependencia mutua entre un determinado sistema político y económico, y una COT, con efectos graves como la dilución del Estado de Derecho (Riquelme et al. 2019).
Existen diferentes tipos de organizaciones criminales. Sampo y Ferreira (2020) categorizan tres posibles, los cárteles y las mafias, con alcance internacional; mientras que las pandillas permanecen ancladas territorialmente en un país. Entre los cárteles y las mafias, son los primeros quienes han tenido un desarrollo importante en la región. Estos se caracterizan por dedicarse especialmente al narcotráfico, el uso de la violencia para conquistar territorios y administrarlos, una estructura de redes jerárquica, la provisión de bienes públicos que el Estado no realiza, y cooptando instituciones estatales, configurando algo así como un gobierno criminal (Lessing, 2020).
En América Latina, los Estados colombiano, peruano y boliviano (Riquelme et al. 2019), además del mexicano y venezolano, han experimentado más claramente este fenómeno. Colombia presenta el auge y caída de los carteles de Medellín, Cali y del Norte del Valle, cuya actividad implicó la producción y comercialización nacional e internacional de cocaína, además del desarrollo de vínculos con redes políticas y económicas (Riquelme et al. 2019). En tanto, Perú, se ha relacionado al devenir de las COT en Colombia, por medio de la instalación de estas en los valles productores y la exclusión de los trabajadores cocaleros de su estructura empresarial (Riquelme et al. 2019). Por su parte, Bolivia presenció el liderazgo del grupo de Roberto Suarez o “El rey de la cocaína”, el cual estableció fuertes lazos con los dos primeros cárteles colombianos (Riquelme et al. 2019).
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Miembros del Cartel de Medellín |
Debido a la relevancia de los cárteles colombianos, su caída impactó en el escenario de las COT a nivel regional. Esta reconfiguración, que ha tenido a la base un relativo avance de la lucha contra estas organizaciones en Colombia y México, sumado a la permanencia de la demanda por consumo de drogas, se expresa en el traslado de la producción y tráfico de un país a otro; la presencia, en simultáneo, de múltiples zonas productoras de droga; y el efecto membrana entre zonas fronterizas en cuanto a cultivo, producción y tráfico (Riquelme et al., 2019). De esta manera, los límites geográficos de operación se difuminan (Riquelme et al., 2019), y las COT extienden sus redes más allá de las fronteras nacionales, organizando una estructura productiva y comercial que, dependiendo de las condiciones políticas, sociales y económicas, selecciona países y zonas, idealmente fronterizas, para realizar la actividad económica que más otorgue beneficios en el determinado lugar.
Esta maraña criminal (Riquelme et al. 2019), es complejizada por los altos niveles de fragmentación y diversificación, que caracteriza al escenario actual de las COT (Sampo y Ferreira, 2020). El proceso de fragmentación es un tránsito desde organizaciones criminales que abarcaban la totalidad de las fases de produccion y distribucion, y contaban con una estructura piramidal y un liderazgo fuerte, hacia dinámicas más descentralizadas, en donde federaciones de narcotraficantes son las encargadas de distintas etapas del proceso, y la carencia un líder claramente identificable (Sampo y Ferreira, 2020). Por su lado, entre las diversas actividades delictivas que se ha adicionado al trafico de drogas, se encuentra la trata de personas, el contrabando de armas, las extorsiones y el trafico de mercancias ilegales y falsificaciones (Sampo y Ferreira, 2020).
El efecto erosivo del narco sobre el Estado
Se puede señalar, entonces la droga es un mercado que mueve millones de dólares y que ha encontrado en Latinoamérica a un gran oferente. Las organizaciones criminales ligadas al narcotráfico, al controlar los territorios donde se asientan, por medio del establecimiento de rutas por donde transita la droga, han sido capaces de establecer redes clientelares y de corrupción, especialmente con las policías, posibilitando así el normal desarrollo del negocio. La ley del narco es la violencia y la cantidad de fuerza de fuego del cartel es la garantía de su validez frente a otros carteles, y de su legitimidad frente a la población local que vive atemorizada o cómplice.
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Captura de integrante de la organización criminal el Tren de Aragua |
Como resulta evidente, en tanto se convierte en un actor capaz de reclamar para sí el uso de la violencia, se vuelve competidor del Estado por la soberanía. Dicho de otro modo, el narcotráfico logra desestabilizar a los Estados y erosionar sus límites y sus atribuciones, al disputar un elemento constitutivo y central para él, como lo es la soberanía, volviéndose incapaces de otorgar seguridad a sus ciudadanos (Eaton, 2012). La respuesta del Estado se ha movido en torno a dos polos principalmente (Altman y Luna, 2012). Mientras uno de esos polos es la confrontación contra el cartel, ya que ve peligrar su uso monopólico de la fuerza; el segundo es la resignación frente a la fortaleza del cartel en un territorio, siendo sustituido por él, generando un equilibrio para-estatal, que reconoce la incapacidad del Estado para existir en tanto tal en dicho territorio.
Este problema es fundamental para los Estados nacionales y ahí radica en gran parte el porqué pierden “la guerra” contra el narcotráfico. Países con zonas selváticas, desérticas, periféricas o de difícil acceso para el aparato estatal pueden quedar a merced de estos grupos criminales. Sin ir más lejos, durante 2022 el subsecretario de Interior del Gobierno de Chile ha señalado a la opinión pública la presencia de tres de las cinco organizaciones más peligrosas del mundo: el Tren de Aragua, Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa (El Mostrador, 2022). Ingresan al país a través de las zonas transfronterizas del extremo norte, donde el alto flujo de personas, migrantes en su mayoría, esconde el contrabando y la internacionalización de estos cárteles. Particularmente, los cárteles Jalisco Nueva Generación y el Tren de Aragua se encuentran en la etapa simbiótica (Riquelme et al., 2019), donde han erosionado gravemente sus respectivos Estados de Derecho. Es vox populi la dificultad para los Estados mexicanos y venezolano controlar sus extensos territorios, muchos de ellos de difícil acceso. Estas organizaciones criminales logran articular vínculos con el aparato represivo y público de esos Estados y así operar con altos grados de impunidad y eficiencia.
El Subsecretario de Interior señaló, además, que la región es sumamente violenta, ya que concentra el 40% de los homicidios mundiales, a pesar de concentrar solo el 8% de la población mundial (El Mostrador, 2022). El Tren de Aragua, originario de Venezuela, Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa, originarios de México, se caracterizan por su extrema violencia, su alto poder de fuego y la utilización del sicariato para sus ejecuciones. Además, Jalisco Nueva Generación destaca por su violencia y su verticalidad, lo que hace posible que coopten fuerzas policiales. Tal es el caso en Chile, donde es detenido un ex policía colombiano perteneciente a JNG (Delgado, 2022), parte de los más de 100 agentes de esta organización en el país (Artaza, 2022).
La internación de estos cárteles en tierras nacionales pone en jaque al Estado de Derecho. No solo por la coordinación del Poder Ejecutivo con las policías, sino también con el Poder Judicial y su eventual capacidad de impartir justicia sobre organizaciones altamente capaces de lograr la impunidad. El Tren de Aragua, por ejemplo, junto al Primer Comando de la Capital (CPP) brasileño, presuntamente asesinaron a un fiscal antidrogas paraguayo (Artaza, 2022). Por lo tanto, frente a Estados débiles o frente a la amenaza de debilitar a los pocos Estados de la región que no han sucumbido aún ante los cárteles, es que explorar soluciones regionales podría dar luces sobre el futuro. En este escenario, los países involucrados y afectados por las organizaciones criminales transnacionales tienen un papel relevante (Cordero, Forero-Garzón y Cardoso, 2020).
Integración Regional como respuesta pretendida
La transfronterización de los conflictos en el contexto contemporáneo, ha implicado notables dificultades desde los actores estatales y no estatales para actuar individualmente frente a las demandas y desafíos propios de la globalización. La interdependencia entre los Estados exige tener una visión distinta a la tradicional, con tal de concebir el poder en aras de la cooperación internacional (Riquelme et al, 2019). Por ello, la Integración Regional se ha manifestado como una respuesta eficaz a la globalización. ¿Qué es la Integración Regional en primer lugar? En simples palabras es “una maniobra [...] por parte de los Estados que no pueden garantizar por sí mismos sus intereses y objetivos, y procuran hacerlo en conjunto de otros” (Malamud, 2011, p. 219). La integración regional, tal como lo sugiere su nombre, se enraiza en aquellos Estados que compartan proximidad geográfica, interdependencia, y homogeneidad, es decir, sistema económico, religión, idioma, historia, entre otras características (Oyarzún, 2018). Es en este sentido que cabe clarificar que, a pesar de que Chile y China sean socios comerciales, y el primero tenga una gran interdependencia del segundo, no se asumen como región.
Ahora bien, la integración regional puede tener grandes efectos sobre la política, en particular en la movilidad de personas y en la necesidad de armonizar instituciones (Malamud, 2011). Aquí es donde entra la integración regional como posible respuesta al crecimiento de las Organizaciones Criminales Transnacionales. Por ejemplo, en el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), que es una Organización Internacional fundada en 1991 con el objetivo de generar una coordinación principalmente económica entre diversos países de Sudamérica, pero que ha ido explorando otras áreas; ha propuesto ideas de cooperación regional como proyectos de seguridad interior, transito de bienes y personas, tráfico de armas etc. Por otra parte, la Comunidad Andina (CAN) también ha establecido lineamientos generales de Política de Seguridad Externa Común, con el fin de enfrentar de manera coordinada las amenazas delictivas de grupos en la región. Es en este contexto que la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), al igual que organizaciones ya mencionadas, han propuesto fortalecer y profundizar la colaboración entre Estados.
Es en el escenario recién descrito que el 15 de septiembre de 2016, la Fiscalía General de Ecuador entregó el “Proyecto de Creación de la Corte Penal Suramericana” para el juzgamiento de la delincuencia organizada transnacional en el marco de UNASUR. La Corte Penal Sudamericana es una propuesta pensada como una via judicial internacional con el objetivo de integrar normas juridicas entre los paises miembros de UNASUR, y combatir de formas más eficaz los siguientes delitos: trata de personas, soborno transnacional; lavado de activos; trrafico ilegal de migrantes; trafico de armas, trafico ilicito de estupefacientes y sustancias sicotropicas, trafico de bienes culturales, delitos ciberneticos y falsificación de medicamentos (Riquelme et al., 2019). Sin duda alguna, esta propuesta es una de las interesantes de destacar por sus alcances, pero lamentablemente, no ha salido a flote, ya que la Corte no cuenta con el consenso de la región. Es completamente necesario avanzar hacia una negociación política que ayude a alcanzar soluciones eficaces a temas urgentes como los tratados en este escrito. El miedo en las fronteras de los países no puede seguir siendo titular constante de los medios de comunicación.
Altman, D. y Luna, J. (2012). Introducción: el Estado latinoamericano en su laberinto. Revista de ciencia política, 32(3), 521-543. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-090X2012000300001
Artaza, F. (11 de julio 2022). El Tren de Aragua intensifica su presencia en Chile: brazo del temido cartel venezolano supera los 100 integrantes activos en el país. La Tercera, disponible en https://www.latercera.com/investigacion-y-datos/noticia/el-tren-de-aragua-intensifica-su-presencia-en-chile-brazo-del-temido-cartel-venezolano-supera-los-100-integrantes-activos-en-el-pais/SPLX7A55TVHRBOEGZQUJHGQ34A/
Cordero, S., Forero-Garzón, M., & Cardoso, W. (2020). Escenarios de incertidumbre: crimen organizado transnacional y potenciadores del riesgo (Brasil y Chile). En P. Sierra-Zamora, M. Bermudez-Tapia, & C. Karán, Las consecuencias del conflicto armado interno en el posacuerdo colombiano (págs. 171-194). ESMIC. https://doi.org/10.21830/9789585241480.07
Delgado, F. (13 de junio de 2022). Cae banda con nexos con cartel Jalisco Nueva Generación: entre detenidos hay expolicía colombiano. Radio Bio Bio. Disponible en https://www.biobiochile.cl/especial/el-narco-en-chile/noticias/2022/06/13/cae-banda-con-nexos-con-cartel-jalisco-nueva-generacion-entre-detenidos-hay-expolicia-colombiano.shtml
Eaton, K. (2012). The state of the State in Latin America: challenges, challengers, responses and deficits. Revista de ciencia política, 32(3), 643-657. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-090X2012000300008
Lessing, Benjamin (2020). Conceptualizing Criminal Governance. Perspectives on Politics, (), 1–20. doi:10.1017/S1537592720001243
Malamud, A. (2011). “Conceptos, Teorías y Debates Sobre La Integración Regional.” Norteamérica 6(2): 219–49.
Mesa del Mostrador. (26 de junio de 2022). Monsalve dice que Tren de Aragua, Cartel de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación tienen "presencia o influencia" en Chile. El Mostrador. Disponible en https://www.elmostrador.cl/dia/2022/06/26/monsalve-dice-que-tren-de-aragua-cartel-de-sinaloa-y-jalisco-nueva-generacion-tienen-presencia-o-influencia-en-chile
Oyarzún, L. (2008). “Sobre La Naturaleza de La Integración Regional: Teorías y Debates.” Revista De Ciencia Política 28(3): 95–113.
Riquelme, J., Salinas, S., y Franco, P. (2019). El Crimen Organizado Internacional (COT) en América del Sur. Respuestas regionales. Estudios Internacionales, 51(192), 9-33. https://doi.org/10.5354/0719-3769.2019.52781
Sampó, C. y Ferreira, M. (2020). De la fragmentación de las estructuras criminales a una protomafia: un análisis del Primeiro Comando da Capital (PCC) en Sudamérica. Revista de Estudios en Seguridad Internacional, 6 (2), 101-115. http://dx.doi.org/10.18847/1.12.6
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